viernes, 21 de febrero de 2014

Fanatismo 2.0


Una vez más la vitrina de la llamada web 2.0 se convierte en el escenario ideal de la actuación política de la oposición venezolana.
Perdida la calle políticamente no les ha quedado otra salida que activar grupos desestabilizadores, financiados algunos por sectores de la ultraderecha criolla y extranjera. No todos los que se suman a los hechos violentos forman parte del selecto grupo desestabilizador, algunos se suman por moda o para poder poner en Facebook, Twitter o cualquier otra red social, la foto que los asegura como “héroes de la Patria”, redentores de la oprimida clase alta y la clase media que debe hacer todo lo necesario para expulsar al régimen de monos que ellos consideran gobiernan.
En las redes sociales el veneno se destila, el papel que otrora jugaban Globovisión y otros medios de los que ya no quiero ni acordarme.
El fascismo avanza. Se activa en cada sujeto de manera particular. Afortunadamente, la derecha no logra consolidar un liderazgo real, que los aglutine y canalice. Pero hay riesgos, entre ellos el emergente liderazgo fascista de Leopoldo López en la conciencia de los más radicales y disociados. En Twitter vemos expresiones como “este sí es un líder” y otras cosas por el estilo.
En estos días ellos creen que el sol no sale. Ellos creen que la web y el este son Venezuela. Ellos siguen diciendo que el comandante Hugo Chávez sembró el odio, la violencia; organizan vigilias, rezan, pero cuando te descuidas, te están quemando la casa, tu transporte, tus bienes públicos. La esquizofrenia los caracteriza, la escisión que profesan es notoria cuando usan camisas de paz y a todo grito, real o virtual, amenazan de muerte a los chavistas, especialmente al presidente Nicolás Maduro.
Lo que más abunda en las redes son fotos montadas, falsas o extrapoladas que son colocadas como si fuesen venezolanas, cuando se lo refutas y les demuestras la mentira en la que por su fanatismo caen, son incapaces de reconocerlo y se desbocan en una retahíla de insultos y amenazas que demuestra el talante de lo que sucedería si alguna vez volvieran al poder.
De ahí la necesidad de dar la batalla en esos espacios con altura, con respeto, marcando la diferencia entre lo que ellos son y lo que nos enseñó Chávez.

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