Por: Anderson Velásquez
La Revolución bolivariana ha
atravesado duras pruebas los últimos dos años, incluso ha estado al borde del
declive. Sin embargo, a pesar de las debilidades y complicaciones seguimos en
pie de lucha. Pero ¿cuánto más podremos resistir las embestidas del imperio sin
preparar y reorganizar al pueblo? Hasta ahora el Gobierno ha hecho todo a su
alcance para sortear y vencer los obstáculos impuestos desde el norte. No obstante,
se nos hace imposible negar que cada ataque del enemigo haya impactado psicológicamente
en las fuerzas bolivarianas generando confusión, apatía, y en algunos casos desmovilización.
La muerte del comandante Hugo Chávez,
marcó el inicio de una nueva y compleja etapa para las izquierdas en Venezuela
y en Latinoamérica, pues no solo se
perdió un importante líder político, sino que perdimos la línea de masas de la Revolución,
el vínculo directo con el pueblo y elementos espirituales que influyen en el
avance o estancamiento del proceso. El pueblo seguía al comandante Chávez
porque creía firmemente en él, se sentía identificado con sus ideas, inspiraba
esperanza y espíritu de lucha en las masas y además era un hombre ejemplar, humilde
e incorruptible. El pueblo no seguirá algo en lo que no cree, es por ello que
el factor subjetivo es vital en este escenario de guerra no convencional en la
que estamos inmersos.