Parte de las conclusiones presentadas por el
camarada Mao Tse-tung ante el II Congreso Nacional de Representantes Obreros y
Campesinos, celebrado en enero de 1934 en Yuichín, provincia de Chiangsí.
Hay dos cuestiones
a las que los camaradas no han prestado seria atención en el curso de las
discusiones y que, a mi juicio, merecen un examen especial.
La primera cuestión se refiere a las condiciones de vida
de las masas.
Nuestra tarea
central en estos momentos es movilizar a las grandes masas a participar en la
guerra revolucionaria, derribar al imperialismo y al Kuomintang mediante esta
guerra, extender la revolución a todo el país y expulsar de China al
imperialismo. No es buen cuadro revolucionario el que no dé la debida
importancia a esta tarea central. Si nuestros camaradas comprenden realmente
esta tarea, si comprenden la necesidad de extender, cueste lo que cueste, la
revolución a todo el país, de ninguna manera deberán descuidar ni menospreciar
el problema de los intereses vitales de las grandes masas y de sus condiciones
de vida. Pues la guerra revolucionaria es la guerra de las masas, y sólo puede
realizarse movilizándolas y apoyándose en ellas.
Entre
nuestros cuadros nos hemos encontrado con que algunos sólo hablan de engrosar
el Ejército Rojo y las brigadas de transporte, de cobrar el impuesto
territorial y de promover la suscripción de bonos del empréstito público, pero
en cuanto a los demás asuntos, no los discuten ni atienden, e incluso no se
ocupan para nada de ellos. Por ejemplo, hubo un tiempo en que el gobierno
municipal de Tingchou se preocupaba únicamente de engrosar las filas del
Ejército Rojo y de movilizar a la gente para las brigadas de transporte, sin
interesarse en lo más mínimo por la vida de las masas. Mientras tanto, la
población de Tingchou no tenía leña, no había sal en el mercado porque los
capitalistas la tenían escondida, algunas gentes carecían de vivienda, y el
arroz era escaso y se vendía caro. Estos eran los problemas concretos que se
presentaban ante las masas populares de Tingchou, las que esperaban con
ansiedad que las ayudáramos a resolverlos. Pero el gobierno municipal de
Tingchou no examinó ninguna de estas cuestiones. Por eso, después de la
elección del nuevo Consejo de Representantes Obreros y Campesinos de Tingchou,
debido a que en sus sesiones sólo se examinaba el problema del engrosamiento
del Ejército Rojo y de la movilización para las brigadas de transporte, sin
prestar la menor atención a las condiciones de vida de las masas, más de cien
representantes perdieron todo interés por las sesiones y el Consejo no pudo
reunirse más. Por consiguiente, se lograron muy pocos resultados en el trabajo
de ampliación de las filas del Ejército Rojo y en la movilización para las
brigadas de transporte. Esta es la situación que se observa en algunos lugares.
Camaradas,
ustedes probablemente han leído los folletos que se les han entregado y que
conciernen a dos cantones modelo. Allí la situación es totalmente diferente. Cuánta
gente no se ha incorporado al Ejército Rojo en el cantón de Changkang,
provincia de Chiangsí, y en el de Tsaisi, provincia de Fuchién. En el primero,
un 80 por ciento de los jóvenes y de los hombres y mujeres de mediana edad se
han incorporado al Ejército Rojo, y en el segundo, un 88 por ciento. Las
suscripciones de bonos del empréstito público también son numerosas; en
Changkang, con una población de sólo 1.500 habitantes, se han suscrito bonos
por un valor de 4.500 yuanes. Grandes éxitos se han logrado, asimismo en otros
tipos de trabajo. ¿Cuál es la razón de todo ello? Unos pocos ejemplos lo
aclararán. En Changkang, después que un incendio destruyó una habitación y la
mitad de otra en la casa de un campesino pobre, el gobierno cantonal movilizó a
las masas para que lo ayudasen económicamente. Cuando, en otra ocasión, tres
campesinos se quedaron sin grano, el gobierno cantonal y la asociación de ayuda
mutua se apresuraron a darles arroz. El verano pasado hubo escasez de grano, y
para socorrer a las masas, el gobierno cantonal hizo traer arroz del distrito
de Kungle, situado a más de 200km de Changkang. En el cantón de Tsaisi también
se ha realizado una excelente labor en estos terrenos. Estos son realmente
gobiernos cantonales modelo. Sus métodos de dirección son totalmente diferentes
de los métodos burocráticos del gobierno municipal de Tingchou. Debemos aprender
de Changkang y Tsaisi, y oponernos a dirigentes burócratas como los de
Tingchou.
Propongo
seriamente a este Congreso que prestemos gran atención a los problemas
relativos a la vida de las masas, desde los de la tierra y el trabajo basta los
del combustible, el arroz, el aceite y la sal. Las mujeres quieren aprender a
arar y a gradar la tierra. ¿A quiénes enviar para que les enseñen? Los niños
quieren ir a la escuela. ¿Hemos abierto escuelas primarias? El puente de madera
que tenemos enfrente es demasiado estrecho y la gente corre el riesgo de caer.
¿No debemos repararlo? Muchas personas padecen de furúnculos u otras dolencias.
¿Qué vamos a hacer para curarlas? Todos estos problemas relativos a la vida de
las masas deben figurar en nuestro orden del día. Debemos discutirlos, adoptar
decisiones y ponerlas en práctica, y verificar los resultados. Debemos ayudar a
las masas a comprender que nosotros representamos sus intereses y que nuestro
aliento se funde con el suyo. Debemos ayudarlas a que, partiendo de estas
cosas, lleguen a comprender las tareas aún más elevadas que hemos planteado,
las de la guerra revolucionaria, de manera que apoyen la revolución, la
extiendan a todo el país, respondan a nuestros llamamientos políticos y luchen
hasta el fin por la victoria de la revolución. Las masas del cantón de
Changkang dicen: " El Partido Comunista es bueno de veras! Ha pensado en
todo para nosotros." Los cuadros de Changkang son un ejemplo para todos. Son
cuadros dignos de respeto! Se han ganado el auténtico afecto de las grandes
masas, que apoyan su llamamiento a la movilización para la guerra. ¿Se quiere
obtener el apoyo de las masas? ¿Se quiere que éstas dediquen toda su energía a
la guerra? Entonces, hay que vivir con ellas, despertar su entusiasmo,
preocuparse por sus necesidades, trabajar con toda sinceridad por sus intereses
y resolver sus problemas de producción y de la vida diaria: los problemas de la
sal, el arroz, la vivienda, el vestido, el parto, en una palabra, todos sus
problemas. Si procedemos así, las grandes masas nos apoyarán sin duda alguna y
considerarán la revolución como su propia vida, como su más gloriosa bandera. Y
combatirán hasta la muerte si el Kuomintang ataca las zonas rojas. Esto no
admite la menor duda. ¿No es un hecho evidente que hemos aplastado la primera,
segunda, tercera y cuarta campañas de "cerco y aniquilamiento" del
enemigo?
Actualmente
el Kuomintang recurre a la táctica de blocaos; construye gran cantidad de
"caparazones de tortuga", considerándolos como murallas de hierro.
Camaradas, ¿son realmente murallas de hierro? De ninguna manera, Fíjense: ¿no
eran muy sólidos con sus murallas y fosos los palacios de los emperadores
feudales erigidos en el curso de milenios? Sin embargo, se derrumbaron uno tras
otro en cuanto se levantaron las masas. El zar de Rusia fue uno de los
gobernantes más feroces del mundo, pero, ¿qué quedó de él cuando el
proletariado y los campesinos se alzaron en revolución? Nada. ¿Y qué pasó con
sus murallas de hierro? Todas fueron derribadas. ¿Cuál es la verdadera muralla
de hierro, camaradas? Son las masas, los millones y millones de hombres que
apoyan con toda sinceridad a la revolución. Esta es la verdadera muralla de
hierro, que ninguna fuerza podrá romper, que en absoluto podrá romper. La
contrarrevolución no logrará destruirnos; por el contrario, nosotros la
destruiremos a ella. Uniendo a los millones y millones de hombres del pueblo en
torno al gobierno revolucionario y desarrollando nuestra guerra revolucionaria,
podremos aniquilar a toda la contrarrevolución y tomar a toda China.
La segunda cuestión se refiere a los métodos de trabajo.
Somos los
dirigentes y organizadores de la guerra revolucionaria y también los dirigentes
y organizadores de la vida de las masas. Organizar la guerra revolucionaria y
mejorar las condiciones de vida de las masas son nuestras dos grandes tareas. A
este respecto, ante nosotros se presenta, con toda su gravedad, el problema de
los métodos de trabajo. No basta con plantear tareas; hay que resolver, además,
el problema de los métodos para cumplirlas. Si nuestra tarea es cruzar un río,
no podremos hacerlo sin un puente o una embarcación. Mientras no se resuelva el
problema del puente o la embarcación, será ocioso hablar de atravesar el río.
Mientras la cuestión de los métodos no esté resuelta, será inútil hablar de las
tareas. Si no cuidamos de dirigir el trabajo de engrosamiento del Ejército
Rojo, si no dedicamos particular atención a los métodos para ese trabajo, jamás
lograremos éxito aunque repitamos mil y una veces que es preciso engrosar el
Ejército Rojo. No podremos cumplir ninguna de nuestras tareas en ningún otro
trabajo, corno por ejemplo, en la verificación de la distribución de la tierra,
en la construcción económica, en la cultura y la educación, y en el trabajo en
las nuevas zonas rojas y en las zonas periféricas, si sólo planteamos las
tareas sin prestar atención a los métodos para realizarlas, si no combatimos
los métodos burocráticos de trabajo para adoptar los prácticos y concretos, y
si no desechamos los métodos autoritarios para adoptar el de la persuasión
paciente.
Los
camaradas del distrito de Singkuo han realizado una labor de primera y merecen
nuestro elogio como trabajadores modelo. Igualmente, los camaradas del Nordeste
de Chiangsí han hecho un excelente trabajo creador y son también trabajadores
modelo. Los camaradas de ambos lugares han ligado el problema de la vida de las
masas al de la guerra revolucionaria y han resuelto simultáneamente la cuestión
de los métodos revolucionarios de trabajo y la del cumplimiento de las tareas
revolucionarias. Trabajan a conciencia, resuelven en forma cuidadosa los
problemas y asumen verdaderamente sus responsabilidades ante la revolución; son
buenos organizadores y dirigentes tanto de la guerra revolucionaria como de la
vida de las masas. En otras zonas, nuestros camaradas también han hecho
progresos en su trabajo e igualmente merecen nuestro elogio, como en algunos
lugares de los distritos de Shangjang, Changting y Yungting, provincia de
Fuchién; en Sichiang y otros puntos del Sur de la provincia de Chiangsí; en
algunos sitios de los distritos de Chaling, Yungsin y Chían de la Región
Fronteriza de Junán-Chiangsí; en algunas partes del distrito de Yangsin de la
Región Fronteriza de Junán-Jupei-Chiangsí; en territorios y cantones de muchos
otros distritos de Chiangsí; así como en Yuichín, distrito directamente
subordinado al Gobierno Central.
No
cabe duda de que en todos los lugares que se encuentran bajo nuestra dirección
hay un gran número de cuadros activos, excelentes camaradas que han surgido de
las masas. Estos camaradas tienen el deber de prestar ayuda allí donde nuestro
trabajo es débil y de ayudar a los camaradas que todavía no saben trabajar. Nos
hallamos en medio de una gran guerra revolucionaria; debemos aplastar las
grandes campañas de "cerco y aniquilamiento" del enemigo y extender
la revolución a todo el país. A todos los cuadros revolucionarios les incumbe
una enorme responsabilidad. Después de clausurado este Congreso, debemos tomar
medidas efectivas para mejorar nuestro trabajo; las zonas avanzadas deben
avanzar aún más, y las atrasadas, alcanzar a las avanzadas. Debemos crear miles
de cantones como el de Changkang y decenas de distritos como el de Singkuo.
Esas serán nuestras sólidas posiciones. Teniendo estas posiciones, de allí
saldremos para hacer pedazos las campañas enemigas de "cerco y
aniquilamiento" y derribar la dominación del imperialismo y del Kuomintang
en toda China.
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